sábado, 11 de julio de 2009

El olor del ázucar moreno.

El olor del azúcar moreno me recuerda a mi abuelita. Remedios se llamaba, pero mi abuelo le llamaba Meme. Memeeeeee! Gritaba mi abuelo desde su habitación del ático segunda. Yo vivía en el ático primera, la pared de mi habitación daba a la de mi abuela y por las mañanas siempre iba a visitarlos antes de marcharme al colegio.
Cuando entraba a darle los buenos días a mi abuelo su habitación se me hacía un lugar inigualable. La ventana dejaba entrar toda la luz de la mañana iluminándolo todo, el armario, la cama, los libros encima de la las mesitas de noche, el espejo, mi abuelo... Pero lo más singular no era la habitación en sí, si no los olores de los brebajes de ajo y cebolla, que me hacían aguantar la respiración por un buen rato. Entraba, me sentaba a su lado y realmente no recuerdo que me decía pero era agradable, eso seguro.
Mi abuelo se hizo vegetariano y naturista a los 60 años o más y también se sacó el carné de conducir. Mi padre dice que cuando la Guerra Civil Española mi abuelo quiso marcharse a las Américas y que quizás eso debió quedar en el subconsciente colectivo familiar, pero él no lo dijo con estas palabras. En fín, que quizás por ese motivo yo me haya ido a Ecuador y esté ahora mismo tomándome un té con azúcar moreno, extrañando a mi familia y recordando a mis abuelos.