En la Hacienda de Tigua había llamas. La llama es la de atrás, a pesar del notable parecido!
Y por fin llegamos al volcán Quilotoa, con su increíble laguna en el cráter. Cuando llegas al filo y se abre ante ti tanta belleza uno se queda sin respiración, también ayuda que estamos a 4.000 metros de altura.
Y una vez allí arriba pues hay que bajar no? Casi una hora de bajada... y las piernas comienzan a temblar del esfuerzo y solo de pensar que luego hay que subir!!!!
Pero todo valdrá la pena... esta laguna es preciosa y el agua cambia de color a medida que te acercas.
Pero bueno... estos indígenas se las ingenian para ganarse unos dólares ya sea a 4.000 metros y en el cráter de un volcán.
Te alquilan mulas!!!! Lo impresionante no es que te las alquilen para subir de nuevo a la cima si no que el señor también sube con las mulas y andando por supuesto, al ritmo de las mulas!!! Mientras subimos vemos bajar caballos y mulas al galope y varios niños corriendo cráter a bajo. Osea que lo que yo bajé en 45 minutos ellos lo hacen en 15 y varias veces al día, suben y bajan... pfff se merecen esos dólares no? Para que unos pijos como nosotros subamos acomodados en las mulitas... sobre todo Marc, que la suya tenía silla, la mía no, solo una alfombra protegía mi pompis que quedó dolorido por unos días!
Yo y mi mula sin silla... sonríe, Rosa sonríe!!!
Y después de la excursión volvemos a la Posada. Al día siguiente hizo buen clima y el paisaje se veía precioso.
Habían ovejas, vacas, pollos, perros, llamas... y un solecitooo!!!